lunes, 15 de abril de 2013
Tesis utilitaristas y consecuencialistas
Hume tesis utilitaristas y consecuencialistas: las acciones deben evaluarse en función de la utilidad que reportan, en función de sus consecuencias. Quizás de un modo provocador, Hume llegó a afirmar que no había contradicción alguna en que un individuo prefiera que el mundo sea aniquilado antes de que se le rompa una de las uñas de su mano. Aunque también parte de la reflexión de Hume una corriente egoísta, lo cierto es que hay que entender sus propuestas morales dentro del contexto ilustrado, comenzando a incluir también preocupaciones sociales en su reflexión. Así dirá Hume: “Todo lo que contribuye a la felicidad de la sociedad merece nuestra aprobación”. Hume entiende a la razón como la esclava de las pasiones, que son las que, por así decirlo, marcan el rumbo de la ética. Este utilitarismo de Hume sería una de las principales influencias de Adam Smith, con el que mantuvo una intensa amistad. La economía puede interpretarse como un símbolo de la moral humeana: cada uno busca su propio interés, aquello que le proporciona el mayor placer y bienestar. Y de este afán personal surge un equilibrio en el que todos se benefician. El capitalismo encontraría fundamentos morales y de esta forma es precisamente como aparece en las obras de Hume y de Adam Smith, autor de una obra cuyo título no puede ser más significativo: Teoría de los sentimientos morales.
Al emotivismo de Hutcheson, Hume le añade ideas que después serán aún más desarrolladas por todos los pensadores utilitaristas: es relativamente fácil rastrear en las líneas del escocés lsa propuestas filosóficas de autores posteriores como J.S. Mill, J. Bentham, así como los pragmatistas americanos como William James.
En cuanto a su propuesta política, Hume no hace otra cosa que extraer las consecuencias lógicas de lo que ya hemos explicado en la ética. Critica la tradición naturalista medieval, y tampoco piensa, como Aristóteles, que el ser humano sea sociable por naturaleza. Sin embargo, tampoco se identifica con la tradición contractualista (Hobbes-Locke): conceptos como el de “estado de naturaleza” y “contrato social” son para él ficciones de la razón. La fundamentación última de la política y de todas las decisiones que se toman en este orden es la utilidad que de ella se deriva para el ser humano. El poder tampoco se legitima de modo normativo, sino que son los hechos los que lo fundamentan.
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