Cuando alguien me dice que ha visto volver a la vida a un muerto, inmediatamente me pregunto qué es más probable que esta persona me engañe, que se engañe a sí mismo o que el hecho que relata haya sucedido realmente. Comparo un milagro con otro y, según la superioridad que descubro, me pronuncio. Siempre rechazo el milagro mayor. Si la falsedad de este testimonio fuera más milagrosa que el acontecimiento que relata, entonces y no antes, podría contar con mi convencimiento y opinión.
lunes, 18 de marzo de 2013
Hume: LOS MILAGROS Y LAS MENTIRAS
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