Cuando alguien me dice que ha visto volver a la vida a un muerto, inmediatamente me pregunto qué es más probable que esta persona me engañe, que se engañe a sí mismo o que el hecho que relata haya sucedido realmente. Comparo un milagro con otro y, según la superioridad que descubro, me pronuncio. Siempre rechazo el milagro mayor. Si la falsedad de este testimonio fuera más milagrosa que el acontecimiento que relata, entonces y no antes, podría contar con mi convencimiento y opinión.
lunes, 18 de marzo de 2013
Hume: LOS MILAGROS Y LAS MENTIRAS
sábado, 16 de marzo de 2013
El problema de los milagros
Para Hume, el único apoyo de la religión más allá del estricto fideísmo son los milagros, dando argumentos a partir de la concepción de milagro como una violación de las leyes de la naturaleza.
Es decir que para Hume en su definición exacta de milagro se puede encontrar en su Investigación sobre el entendimiento humano, donde dice que los milagros son violaciones de las leyes naturales y por tanto son muy improbables. Se ha criticado esta idea mediante el contra argumento de que tal dictado asume el carácter de los milagros y las leyes de la naturaleza antes de examinar los milagros, lo que es una sutil forma de dar por sentada la conclusión.
También puntualizaron que este razonamiento apela a la inferencia inductiva, problemática en la filosofía humana, pues nadie ha observado todos los acontecimientos de la naturaleza ni examinado todos los posibles milagros (por ejemplo, los que no han sucedido todavía). Otra oposición a este argumento parte de que el testimonio humano nunca puede ser suficientemente digno de confianza para contradecir la evidencia de las leyes de la naturaleza.
Este punto de vista se ha aplicado a la cuestión de la resurrección de Jesús, respecto a la que Hume no dudó en preguntar, «¿Qué es más probable – que un hombre ascienda de entre los muertos o que el testimonio esté, de alguna forma, errado?». Esta pregunta es similar a la navaja de Occam. Este argumento es la espina dorsal del movimiento escéptico y todavía constituye un problema para los historiadores de la religión.
Determinismo y libre albedrío
Se da el conflicto aparente entre el libre albedrío y el determinismo, puesto que las acciones que se realizan estaban predeterminadas desde hace miles de millones de años, entonces ¿cómo es que podemos decidir?...
Pero Hume advirtió otro conflicto, al ver el problema desde la perspectiva contraria: el libre albedrío es incompatible con el indeterminismo.
Veamoslo así las acciones realizadas no están determinadas por acontecimientos anteriores entonces las acciones son completamente aleatorias. Además, y de más importancia para la filosofía humana, no están determinadas por el carácter o la personalidad –los deseos, las preferencias, los valores, etc.–; pero, ¿cómo podría ser alguien responsable de una acción que no es consecuencia de su carácter, sino que ocurre de forma aleatoria?...
Por tanto se entiende que el libre albedrío parece necesitar del determinismo, porque de lo contrario el agente y la acción no estarían conectados. Así que, mientras que el libre albedrío parece contradecir al determinismo, al mismo tiempo necesita del determinismo. La concepción de Hume de la conducta humana tiene causas, y por lo tanto al hacer a las personas responsables por sus acciones se debería intentar recompensarlas o castigarlas de tal forma que intentaran hacer lo que es moralmente deseable e intentaran evitar hacer lo que es moralmente indeseable.
lunes, 11 de marzo de 2013
PROYECCIÓN HISTÓRICA
Hume ejerció gran influencia en los iluministas franceses y alemanes. Basta recordar la deuda que Kant dice haber contraído con el escepticismo de Hume, en el que identificó el famoso "despertar del sueño dogmático". Su influencia, sin embargo, decayó, al menos en el continente europeo, a causa de las críticas de superficialidad que la filosofía romántica hacía contra el empirismo. Pero siguió muy viva en Inglaterra, y ejerció bastante influjo en Estados Unidos. La verdadera aceptación histórica de Hume, sin embargo, comenzó a finales del siglo XIX, con la revalorización del Tratado, cuyas tesis han influido directamente en el neopositivismo.
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